divendres, 7 de gener del 2011

Qatar, my love II




- Estaba bueno el rosco de Reyes?

- Como los pezones de los boxeadores iraníes que quería comerse mi socio Luís Maria

- Debe ser curioso chupar el pezón de un pecho de boxeador, nunca lo he probado ni creo que, por desgracia, tenga la ocasión de hacerlo.

- Él sí pudo. O casi.

- Qué suertudo!

- Tiene mucha paciencia y como tiene cara de persona seria, un poco como de profesor suplente de universidad americana. Inspira confianza, cuando se le conoce bien, ves que todo es pura fachada para vencer la timidez o complejos pero de entrada, da el pego. Después del remojón de la piscina, el muro de contención se había roto, poco a poco con su poquito de inglés se fue acercando a ellos con conversaciones intrascendentes. Ocultó que sabía por el recepcionista malagueño, su origen y el motivo de la estancia en Qatar. Los ingenuos jóvenes boxeadores también con su limitado inglés le fueron explicando lo que hacían aquella semana en aquel país, Luís Maria ponía cara de sorpresa y acusaba con reacciones de gran interés cada una de las noticias que iba sonsacando a los muchachos.

- Se ha de tener gran habilidad y experiencia para manejar estos casos

- Él la tenia, como era vendedor de endoscopios médicos les dijo que era medico de la especialidad endoscópica, los chicos quedaron fascinados de tener un medico de compañero de tumbona en la piscina y que estuviese interesado por sus jueguecitos deportivos. También se enteró que todo el equipo estaba alojado en la misma planta del hotel, la ultima, la cuarta, pero en la otra ala del edificio, edificación no muy alta pero sí muy extensa. Su cabeza bullía de pensar como podría conseguir que estos chicos por separado o en grupo se personasen en su habitación. Los entrenadores también fueron muy amables con él, los chicos les dijeron que su vecino de tumbona era un medico español y entonces por lo de los árabes en Andalucía o por el fútbol español, Luís Maria fue el centro de atención con el consiguiente rubor por ser descubierto de sus turbios pensamientos.

- A ti te pasaría lo mismo, no?

- Claro, cuando aparentas algo que en realidad no eres siempre corres el riesgo de meter la pata, pero mi socio no la metió, muy al contrario los chicos le invitaron a ver los entrenamientos en una sala polivalente del hotel, de inmediato dijo que si que estaba muy interesado en el boxeo, y es cuando los chicos le dijeron que de donde había sacado la idea de que eran boxeadores. Lo que ellos hacían era una especia de lucha-ballet de tiempos remotos de la antigua Persia llamado Zurkhaneh, ritual de fuerza, resistencia y formas coreográficas de gran belleza, total, que el informador malagueño para acortar la conversación le dijo ‘boxeo’ y así cortaba rápido el tema. En una hora empezaría el primer entrenamiento y por supuesto que asistiría corroído por la curiosidad. Subió a la habitación para ponerse una ropa digna para tal efecto y se encontró en el pasillo de la planta cuarta con sus adorables niñitos ya pertrechados con la ropa deportiva para la práctica que iban a realizar. La sala polivalente estaba situada en la planta menos dos del hotel, Rahim que era el más bello de todo el grupo, y también era el que llevaba casi todas la iniciativas, le tomo de la mano y se fueron a buscar el ascensor, Luís Maria creyó que le daba un vahído al verse conducido como un niño pequeño que llevan al colegio una mañana cualquiera de la infancia recordada. Una vez en la gran sala, amplia y muy bien iluminada, Rahim busco un asiento y lo sentó en el centro mismo de la misma y le acaricio con la mano el cabello y la oreja izquierda con una amplia sonrisa. Fueron llegando todos los componentes del equipo y los tres monitores o entrenadores dejaron sus bolsas al lado del asiento de Luís Maria y empezaron a colocarse en el centro de la pista en posición de firmes pero relajados y formando un amplio circulo. Uno de los monitores fue al equipo de música y al momento se empezó a escuchar con gran potencia una música ritual, cantada con vehemencia y con un fuerte ritmo que al instante hizo que todos los componentes del gran circulo empezasen a mover los brazos, balancear las caderas, dando fuertes golpes e pelvis a tono con el ritmo que estaban escuchando, los paquetes enfundados con sus pantalones de deporte empezaron a botar llenos de alegría, los pies descalzos punteaban un baile extraño y cautivador. De pronto uno de ellos, un poco más bajo que el resto se situó dentro den circulo y amplio ostensiblemente los movimientos tanto de brazos como de piernas haciendo que todo el cuerpo se fuese transformando en un tornado de músculo y pelo negro agitado al viento. Así duro por lo menos cinco minutos, el siguiente paso fue su sustitución, nuestro bello Rahim fue ahora quien ocupo el centro y el muchacho robusto y bajito torno a su logar rebajando su tono rítmico. Es ahora Rahim quien cambiando los movimientos de su predecesor, enloquece y fustiga con sus puños un enemigo invisible, lo patea con sus bellos pies descalzos levantando las piernas rítmicamente a la altura del hombro y con los ojos cerrados siente facialmente la sensación orgásmica del placer y de la muerte, abre los ojos, busca a Luís Maria con la mirada y dibuja una tenue sonrisa, inapreciable para sus compañeros pero dolorosamente apreciada por mi socio que en aquel momento esta a un milímetro de romper a llorar.

- Lo entiendo y a la vez lleno de envidia lo compadezco.

- Mañana te cuento más. Estoy cansado.

- No jodas!



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