- Josemi tiene la moto aparcada delante del club y dice que la dejará allí para bajar hasta la disco con nosotros tres, nosotros pensamos ir andando para hacer tiempo hasta las 2, que es la hora buena para entrar. Le digo a Josemi que es una burrada dejar la moto lejos de la disco, porque luego le dará pereza venir a buscarla, creo que es mejor que la baje hasta la puerta de la disco y allí nos encontramos en una media hora. Así quedamos, nosotros bajando y Josemi en moto hasta nuestro destino común.
- Qué bonito!
- La noche fría seguía tras nosotros sin enterarnos de lo colocados que estábamos, cogidos del brazo el trío iba dando bandazos por las amplias calles del centro, de cuando en cuando o bien Iván o tal vez en el nene tenían que parar cerca de unos containers para mear, seguimos hasta la discoteca riendo y haciendo el tonto, felices de compartir aquellos momentos. Al llegar a la puerta de la disco vimos un mogollón de tíos haciendo cola entre dos cadenas enlazadas, Iván se fue hacia un mostrador provisional instalado en la acera para atender a los que tenían plaza reservada, la reserva por lo visto, no estaba muy bien hecha le echaron una pequeña bronca, pero al final nos dieron los tres pases a precio reducido para poder entrar, sin hacer la larga cola que esperaba detrás de las cadenas. El nene y yo habíamos estado en aquella discoteca hacia años cuando funcionaba con otro nombre, bajamos las escaleras que llevan a las dos salas disco que posee, entre una sala y la otra, el guardarropía, nos quitamos la ropa de abrigo y entramos a la sala de la derecha que es la sala menos ‘fashion’ y más ‘bear’
- Pero bueno y Josemi el italiano de pega donde está?
- Tienes razón, me olvidaba de contarte que al llegar aquí no lo vimos en la puerta de la disco haciendo cola ni esperando al lado del mostrador, intente llamarlo pero no tenia el móvil hábil, le mande un sms diciendo que suponíamos que ya había entrado y que nosotros íbamos a entrar. Cuando entramos y antes de pedir la copa me recorrí las dos salas de la disco que ya estaban bastante llenas (las promociones en tiempo de crisis siempre funcionan) di dos vueltas lentamente y no lo encontré, entonces pensé que se había rajado y casi me alegré porque con el ensordecedor ruido de la música hubiese sido imposible el mínimo dialogo con él, dialogo necesario al encontrar una persona por primera vez.
- Te dio plantón.
- Bien, sí, también lo pensé. Dejemos esto por ahora. En la sala bear empezaba a estar caldeada nos pusimos los tres en la barra con nuestras cervezas y comiendo cacahuetes dejando el suelo perdido de cáscaras, pero como hay tan poca luz en estos sitios la mierda no se ve, la música era perfecta para dejar los ánimos sueltos y festivos, una invitación a levitar el alma y tensar los músculos. Le dije a Iván que viniese conmigo a la pista y me contesto que le daba corte, me fui solo y empecé a sacar todo lo que llevaba dentro desde hacia tantos años, tantos años sin pisar una disco, tantos años de no aturdirme por la nunca escuchada nueva música, mi cabeza aun con restos de restos etílicos se desvanecía en un magma de cristales de cuarzo, mi cuerpo a veces se desestabilizaba y casi perdía el equilibrio pero resistí y no caí de bruces como era probable que sucediese. Y así sin fin con el continuado ritmo marcado por el DJ los minutos se sucedían de diez en diez venciendo el paso del control del tiempo. Me hacia falta. Pero mi cuerpo me decía que ya tenía que dejarlo. Justo cuando hacia poco rato que habían entrado en la pista el nene con Iván y empezaban a darse marcha entre risas y abrazos.
- Y de Josemi todavía nada?
- No seas plomo, ya te diré lo que sea cuando toque. En este momento somos tres en la pista rodeados de tíos todavía con la camiseta tapando sus tetas. En aquel momento me sentía realmente fatigado y además rompía el encanto de ver los dos jóvenes retozando como corzos en la pradera. Me fui al lavabo a mear y me di una vuelta por la otra sala la de la gente más guapa, más joven y por supuesto más marchosa. Estaba completamente llena, la música incluso más ruidosa que en la sala ‘bear’, mucha luz, la mayoría de los chicos ya se habían quitado la camiseta colgándola de un extremo del tejano, cuerpos depilados, morenos de uva, perfecciones absolutas, me sentí como un zombi de película de terror al ver mi imagen reflejada en una columna metálica que hacia el efecto espejo. Huí de allí al instante, este no era mi mundo, ya no lo era, quizás tampoco la había sido cuando tenia yo la edad de aquellos efebos danzantes. No se…
- Me estas deprimiendo.
- Regrese a la sala más moderada, más oscura, más para mi, me dirigí a la barra, encontré un taburete y me senté a descansar y observar a la gente, la borrachera ya había pasado del todo con la gran meada, ahora solo quedaba el cansancio, el sudor y la melancolía. Observe la pista y vi que Iván y el nene bailaban desaforadamente, se habían quitado la camiseta, lucían sus tatuajes y sus collares étnicos, eran tan felices, rezumaban erotismo. Continuamente los veía que otros tíos se les acercaban al oído su boca para decirles algo, seguramente proposiciones para follar, les tocaban ligeramente la espalda o los hombros para hablar con los chicos. Ellos felices, provocaban deseos, eran en aquel momento el centro del mundo. Me contenté por ellos, por su triunfo ante aquel medio tan poco visitado. El nene con su nuevo corte de pelo y su nuevo look facial gustaba a todos aquellos tíos. Me preguntaba que clase de amante era yo, que en lugar de sentir celos por su triunfo y mi fracaso en aquel lugar, me alegraba y me sentía profundamente agradecido a la vida por haber tenido la oportunidad de gozar unas sensaciones que seguramente están vedadas a personas de características similares a las mías. A las cinco de la madrugada nos fuimos, tomamos un taxi dejamos a Iván en su casa y seguimos a la nuestra. Así termina un día insólito en nuestras vidas.
- Bueno y del italiano qué me dices?
- Cierto, tienes razón. Al llegar a casa encontré un mensaje de Josemi diciendo que le habían hecho un control de alcoholemia a una manzana del ‘Chazz’ y como no llevaba los papeles de la moto, mientras hacia la cola de los detenidos, se puso muy nervioso y cuando paso el control decidió irse a casa, le habían jodido la noche los municipales.
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