
- Y por esto estás tan contento?
- Pues sí, para mi es una rareza
- Bien, en verdad, para mi también lo sería.
- No estamos acostumbrado ver dentro del los ambientes abiertamente gays, personas de la comunidad gitana. Nunca los identificamos con nosotros y los vemos talmente hetero, con su bodas y sus parafernalias rituales
- Se le notaba mucho que era gitano?
- Muchísimo, tanto a él como a los otros dos que iban con él. Entraron con sus chupas de cuero, pañuelos en el cuello, pelo largo recogido en la nuca con una goma, el mas joven, de unos
- A veces eres bien raro, a mi, las cosas o me gustan o no me gustan, te gusta complicarte la vida
- Sooooo! Para el carro no te embales, el rechazo duro lo que dura un cigarrillo, que por cierto, el comentario de que esto de fumar en los bares de ambiente, se estaba terminando, era el comentario común de fumadores y no practicantes. Sigo, bajé al lavabo para mear, dos cervezas, ya sabes… y cuando terminé me adentre a la zona laberíntica, la que tiene poquita luz, y en sitios bien poca. En un rincón había un tipo, yo me estaba acercando lentamente para observar lo que allí se cocía y cuando estoy para sobrepasar al bulto del rincón, este me agarra por el brazo y me atrae hacia él, con las dos manos me sujeta por las caderas y me acerca mi cuerpo a su paquete. Al instante me di cuenta que era uno de los tres gitanos que había visto entrar porque la dureza de la chaqueta de cuero era una clara señal, también lo era un olor especial de un aroma fuerte, intenso y muy perfumado, cuando con mis dos brazos lo abrazo por su espalda, subo un poco mi mano derecha y puedo notar su pelo recogido, identificando así al más joven de los tres ‘primos’ de tez verde aceituna.
- Mira, tuviste suerte…
- A la vista de lo que sucedió luego puede que la suerte la hubiese tenido con cualquiera de los tres. Me quedo helado al comprobar que mi compañero me obliga, agarrando mi mano por la muñeca, a ponerla encima de su descomunal sexo que ya tenía fuera del pantalón en un descarado gesto de soberbia agresiva. Siempre que veo un sexo masculino de proporciones desmesuradas me siento agredido, sobrepasado y minimizado. No puedo remediarlo. Hacia poco había dejado en la barra del bar la cerveza que estaba bebiendo, el tamaño que ocupaba el sexo de aquel chico en el hueco de mi mano era exactamente igual que el de la cerveza que sostenía cinco minutos antes. Nunca podía imaginar que aquel chiquillo con cuerpo de ‘Farruquito’ tan delgado y fibrado podría tener aquella pieza de calibre antipático, por lo insólito.
- Vaya que os marcasteis un buen zapateado
- Le desabroché todo lo desabrochable, tenia necesidad de oler su piel y tocar tu calidad, tal como lo imaginaba, era seda, tersa, fina, fresca, mis manos se volvían locas sin saber donde dirigirse, arriba, abajo, se detenían en sus dos pequeños glúteos como pomelos, duros y sin pelo alguno, inescrutable lugar por lo cerrado de su comportamiento. Mi sexo ya estaba en contacto con el suyo, frente a frente, piel con piel, el calor se comunicaba, el incendio estaba cerca. Se acerca a mi oído y con una voz bronca y calida me dice: Traes gomas?. Sus intenciones eran bien claras. Le respondo: No. Y aunque fuera si, esto tuyo no podría entrar jamás. Me acerca fuertemente agarrándome por la cintura y bajando sus manos por mis nalgas y me dice: Con paciencia y mucho cuidado ya veras lo bien que lo pasarías.
- Te veo allí caliente como una gata
- En aquellos momentos son tantas las cosas que pasan por la cabeza, por un lado, piensas que ha de ser estupendo poder aceptar en tus cavidades una cosa descomunal como aquello, y te da rabia el tener que declinar por simples razones físicas. Luego también pensaba que cuando aquel muchacho se casase, porque seguro que su comunidad lo harían casar con una virgen, aquella chica tenia que romper el virgo encima de las sabanas blancas y aceptar aquel pollón con sangre, sudor y lágrimas. Fíjate en que cosas pensaba yo mientras tenia aquella hermosura entre mis manos. Sí, necesitaba las dos manos para abarcar todo el panorama. Como el pobre chico vio mi voluntad negativa rayando con la intransigencia me coloco tu herramienta entre las piernas para hacerse el pobre la idea que me estaba follando. A mi esta sensación me ponía la zona erógena al rojo intenso y vivo. Apreté fuerte, muy fuerte, lo tenía prisionero, el súper guerrero era en aquel momento mi esclavo. Podía terminar con él cuando quisiese. Comprendí lo que su futura esposa le haría en el futuro no muy lejano. Tres vaivenes más y lo habría liquidado.
- Y así es como termino?
- Esto amigo mío, te lo dejo para que tu calenturienta mente ponga el final que quiera, al cabo de media hora mis pantalones vaqueros estaban dando vueltas y mas vueltas en la lavadora nadando entre nubes de espuma de jabón de Marsella
